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El Compasivo, El Justo, El Recto, El Mago

 

Una cosa tenemos clara Sánchez y yo.  A mi humilde entender, pero que intuyo, no así, a lo de humilde entender me refiero, al suyo. Sánchez quiere gobernar. Perfecto. Previsto.  Lícito, también lícito. Interesante, sin duda. Pero, ¿Productivo?.

 

Él tiene un programa. Digno, un programa digno. Y poco, suficiente, o mucho tiempo. Esa es la incógnita a su gobierno. Y sabedor, actúa en consecuencia, como un mago, con movimientos rápidos y certeros. Correcto. Sólo una cosa, presidente, gobernar no es un acto de prestidigitación. La nación no es un teatro. El pueblo no es el público. Y los ciudadanos son tan despiertos como para dar con el truco. Remángate, pues los brazos, enseña tus manos; un consejo.

 

Magia blanca, Sánchez. Usa magia  blanca. Te la estás jugando. Te juegas tu carrera, tu credibilidad, tu estima. Tu personaje político pende de un hilo. Una buena interpretación, lo canoniza. Una pésima, lo crucifica.

 

A una cabeza política no se le es permitido confundir el “Yo quiero”, con el “Yo deseo”. Y  mira, que todos, tu pueblo, esperanzamos en que tus querencias, que parecen coincidir con las nuestras, y tus deseos, que se muestran universalmente honrados, útiles, y benignos, se fundan con los nuestros en una riada de bienestar que incapacite socialmente, para siempre, al lado oscuro de la política; en un mejor si es callado,  que exaltado, acto de sanación de nuestra democracia.

 

Los errores no se perdonan, cuando tantos los sufren. Relájate, y piensa. Y si puedes, si podemos con ello, entonces, actúa. A río revuelto ganancia de pescadores, ya sabes. Y eso es lo que similan tus movimientos. Los propios de un pescador en río revuelto.

 

De negro a blanco no se pasa de un brochazo, hay que impregnar el objeto, sujeto, con una base previa, para después cambiarlo en color a su opuesto. Y en eso andáis, tú y tus ministras/os, a quienes yo, que no soy nadie para aconsejar, sugeriría que trabajasen ustedes más callados. Resultados, es lo que esperamos. Sólo con ellos, nos convences.

 

Y que conste, que yo, que no apostaba por tí, te doy mi voto de confianza. Justicia, Trabajo, Sanidad, Acciones Humanitarias, Medio Ambiente, Salvamento, Educación, Economía, Inclusión, Artes, ...Disculpa si añado u omito .Son tantos los ministerios...Y yo, tan ignorante.

 

Y no voy a nombrar las cartas que ya están en la mesa , porque son de sobra por aireadas conocidas; y porque cabría la posibilidad de que se mudasen en simples órdagos.

 

Al fin y al cabo, no sólo porque representas mi ideología, sino porque soy trabajador por cuenta ajena, mujer, madre,  y pobre; que es lo que me hace valorar si determinado partido, y determinado líder me es útil y válido.  Desde mi subjetividad, y mis circunstancias, haciendo estas extensivas al resto de españoles en mi misma, o similar condición, te deseo SUERTE, Pedro Sánchez, Presidente.

 

Artículo de opinión

Autor: Josefina Llorente

El porqué de autopublicar o, tamaño despropósito

 

En la vida de un ser humano todo es subjetivo. Que no se nos olvide. Y esto es un artículo de opinión. Nada más subjetivo que la opinión; y eso aunque no la vistamos precedida del pronombre yo, o del posesivo mi:

 

Yo opino, luego esta es mi opinión.

 

Démosle un giro pues al título, mucho más realista; y si me apurais hasta más práctico, para mí, claro está. Pues hablamos de mi opinión:

 

Por qué autopublico

 

 

Creo que lo más honesto en el momento actual en que me encuentro, con respecto a  mi “carrera” de escritora (entiéndase carrera en el sentido más lógico del término, pues llevo un buen trecho corrido,  también en sentido fidedigno, interprétese, sucios pensamientos fuera, por favor),  entre salida y meta. No sabría decir a qué porcentaje de recorrido  corresponde dicho tramo, ya que no acabo de definir con exactitud la ubicación de mi meta.

 

Cómo oís: No sé cual es mi meta

 

Pero si recuerdo como comenzó todo. Y con algo de esfuerzo, me creo capaz también de repasar historia.

 

Si que hay puntos comunes con otros escritores que autopublican. Podría ser una falta de seguridad, que no debe confundirse con falta de autoestima. Todo pasa porque un buen día te descubres a ti mismo como actor en una faceta que te es extraña, porque ni de refilón nunca antes habías tocado, ni siquiera con el pensamiento. Y si además es un hecho que te provoca admiración, el temor a no estar a la altura, te llena de inseguridad.

 

Nadie te conoce en ese mundillo. Los otros, los asentados, los actores de compañía te ven con cierto recelo. Y aunque tú, al menos en un principio, porque las intenciones son cambiantes, no pretendes integrarte como fijo, con soldada, con opción a baños de prestigio, en ese afamado grupo, sumada tu poca experiencia, a la falta de actitud positiva de los compañeros, no es que te desmotiven, porque si has llamado a la puerta de la cultura es porque posees aptitudes, pero si te dan una ducha fría, de desconfianza. 

 

E interiorizas el subliminal mensaje, que tus compañeros de profesión te lanzan, con su aversión a tu comportamiento:

 

-Quizá este no sea el camino.-

-Quizá el próximo paso deba ser otro-

-Probemos con uno más humilde-

 

Y ahí, ya te autoconvences, entra en juego tu autoestima. Y le das la vuelta a la tortilla, porque sabes, y cuentas con huevos. Y la adrenalina te sobrepasa:

 

Anda que les den, editores oportunistas, editoriales de pacotilla, usurpadores de méritos. El escritor el último, hace todo el trabajo, sin él no habría libro. Te chupan la sangre, por  un 10%, o te engatusan a un 50% por cabeza; yo organizo el marketing, y tú te llevas 75 libros para colocarlos. Y tú, que en tu vida te habías visto en otra, piensas en los 75 libros en tu casa, metidos en cajas, das un repaso a tu reducido grupo de familiares y  amigos empáticos y  con posibles, y te entran unos sudores…

 

No, definitivamente, no. Autopublicaré;

 

Yo el escritor, yo el diseñador, yo el ilustrador, yo el corrector, yo el publicista, yo el vendedor...Yo, el artista.

Y lo mejor, sin desembolsar un euro. Porque esa es otra, tú no estás dispuesto a invertir ni un céntimo de tus ahorros en tu carrera.

 

Y te lanzas con ímpetu a la búsqueda de plataformas que te ofrezcan herramientas sencillas porque tus conocimientos informáticos, no son de máster ni de la Rey Juan Carlos, siquiera, para publicar. Todo está en google. Pinchas aquí y allá, curioseas en  todas las entradas que el buscador te ofrece, pero ninguna te satisface al cien por cien; cosa imposible, por otro lado, debido a la suspicacia del ignorante, que es lo que eres, cuantos antes lo reconozcamos, mejor para todos, en el tema.

 

Al fin te decides: Amazon, a través de Kindle direct publishing.  Parece serio. Mira cuantos autores, y tantísimos libros, con sus reseñas, ranking más vendidos, etc. Y porque sí, porque ya lo llevas decidiendo un buen rato, y porque tú lo vales, te adentras en Amazon. A por tu puesto, si señor, te lo mereces. Pronto, serás bien conocido, cobrarás tus regalías, concederás entrevistas… La fama. Y sin gastar un euro.

 

A ver quién se atreve ahora a decir que yo no soy escritor. Bien clarito lo pone en Amazon. Y mira, eh...La tercera semana, y en los diez más vendidos. Cómo se te queda el cuerpo.

Y esto te da una fuerza, que (aún obviando que si tu libro está en el puesto cuarto de los más vendidos, y que tú sepas sólo has vendido uno, que compró tu amiga Catalina, los otros han vendido menos que tú, es decir menos que uno, lo que se dice pues  ninguno),   aporreas la puerta que con timidez golpeabas en tus inicios. Que te oigan esos engreídos:

Joderse, que ya soy escritor...Colegas

 

Fuera parodias. El tema es muy serio. Para mi autopublicar se traduce en una total libertad artística. Supone también más amplitud de conocimientos, y mayores satisfacciones. Sin grandes ambiciones económicas, ni de fama, autopublicar cubre, siempre digo, hasta ahora, porque de opinión también se cambia, todas las necesidades que con respecto al acto de escribir me surgen.

 

Por lo que, aun a riesgo por resultados, de ser un tamaño despropósito,  estoy en facultad de pronunciar la siguiente sentencia: “Orgullosa de autopublicar”

Aunque me gusta más en inglés: “Orgullosa de ser selfpublisher”

 

Artículo de opinión

Autor: Josefina Llorente

18/06/2018

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